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SOBRE NUESTRA IDENTIDAD. EL DIA DE CANTABRIA

Nosce te ipsum. Conócete a ti mismo, esta frase grabada en piedra por los siete sabios en el Templo de Delfos es clásica en el pensamiento occidental. En esta sociedad individualista es preciso tener conciencia de uno mismo, de lo que soy y de donde vengo. En definitiva de la identidad propia y a la vez comunitaria, algo, tan vilipendiado y tan usado en estos tiempos.

Nuestra identidad nos define. Somos lo que somos como hijos de una familia de la que hemos heredado los rasgos propios de nuestra cultura que desde la noche de los tiempos fue nuestra y que nos han transmitido los genes de nuestros antepasados. Somos lo que somos por la tierra en que hemos nacido, Cantabria, y por la que compartimos unos rasgos en común. Somos lo que somos como miembros de una patria, España, que dispone de unos rasgos identitarios propios; conjunto de rasgos antropológicos, étnicos y culturales que indican a cada persona y a cada grupo social lo que es y lo que no es. Somos lo que somos como miembros de una comunidad de naciones, Europa, que comparte una misma cultura grecorromana y cristiana que nos diferencia de otras partes del mundo.

Solamente quien carece de cultura propia, quien desconoce todo lo relativo a la propia identidad, puede pensar que ésta es un abrigo de quita y pon que se puede poner cualquiera, lo mismo un bosquimano que un quechua. Basta pasar por uno de los cursillos de rabel de ADIC o llevar puesto un traje típico regional y ya se es cántabro. Esta idea tan abracadabrante es compartida por todo el arco político donde el arraigo y la identidad no tienen valor o son directamente manipulados en busca de réditos políticos o económicos, como hacen los partidos nacionalistas vascos y catalanes.

Bajo muchos de los tics de esa utilización torticera de la identidad se esconde un profundo odio a España; prefieren ver una Cantabria llena de manchúes, marroquíes, bantúes o aimaras donde se ondee el lábaro que admitir el hecho incuestionable de que los cántabros nos sentimos españoles. El peor crimen contra una comunidad es rebajar su identidad y resquebrajarla introduciendo fuerzas alógenas que modifiquen su perfil y más si esto lo hacen los políticos para satisfacer los deseos del mercado y el capital global. Desde el Frente Nacional siempre hemos dicho que la inmigración es un fenómeno impuesto desde arriba y no como nos quieren hacer creer un hecho natural, como las lluvias en otoño. Por eso no nos extrañamos que en este momento de crisis económica las partidas menos tocadas sean las de apoyo a la integración de inmigrantes.

En estos días donde la identidad de Cantabria estará en bocas de todos; no estaría de más que recapacitásemos sobre qué futuro queremos para nuestros hijos ya que es eso es la identidad principalmente, un legado que pasa de padres a hijos y que cada generación tiene la misión de ampliar y engrandecer. Pensemos qué legado queremos dejar a nuestros hijos: una Cantabria balcanizada y multicultural, como quieren las clases políticas y la oligarquía mundialista, o una Cantabria con plena conciencia de su verdadera identidad. En nuestra mano está.