El presidente regional, Miguel Ángel Revilla, no tiene derecho a pedir a los castreños una segunda oportunidad tras los cuatro años que les ha hecho pasar gracias a su impericia para elegir candidato en las pasadas elecciones. Fue Revilla quien puso las dos manos en el fuego por Muguruza y fue Revilla quien se las quemó. Y no sólo eso, ha sido el que durante cuatro años no ha movido un dedo para arreglar el desaguisado por él causado. Desde hace más de dos años tiene una petición registrada por la que el Frente Nacional le instaba a tomar las iniciativas necesarias encaminadas a la disolución del consistorio castreño y su respuesta ha sido el silencio, por lo que ir ahora a mendigar el perdón es de una inmoralidad absoluta.
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